
Temores a una ralentización de la actividad económica. Algunos indicadores apuntan a cierta ralentización de la recuperación de la economía en agosto y septiembre. En parte es normal que el ritmo de crecimiento se vaya suavizando desde las elevadas tasas de junio y julio, pero parece apreciarse también cierto impacto derivado del aumento de los contagios en varios países europeos, con España a la cabeza. La posibilidad de que una segunda ola de la pandemia obligue a retomar medidas restrictivas en el otoño parece ahora algo más factible y nos situaría ante un escenario más negativo que el que ha venido considerándose como “escenario de consenso” para los próximos trimestres.
Corrección en la bolsa y activos de riesgo en general. Lo que empezó como una corrección técnica en los valores tecnológicos que más habían subido en los últimos meses se ha generalizado a la mayor parte del mercado recientemente. De alguna forma los inversores están adoptando una posición más defensiva por los mayores riesgos que se perciben para la economía. No esperamos sin embargo una vuelta a los desplomes del mes de marzo, sino una corrección parcial a las subidas de los últimos meses. Aún en el supuesto de un pinchazo de la economía en el 4º trimestre, creemos que se trataría de algo puntual que retrasaría el calendario de la recuperación, pero no la invalidaría a medio plazo.
Estabilidad absoluta en los mercados de bonos. Al menos los bancos centrales han logrado una estabilización total en los mercados de bonos. Al contrario que en 2012, cuando los gobiernos europeos se vieron obligados a controlar el déficit provocando una nueva recesión, en esta ocasión los mercados no parecen preocupados por esta cuestión lo que deja un mayor margen a los gobiernos para tomar medidas de estímulos que ayuden a la recuperación más allá de posibles recaídas puntuales por las medidas para frenar la pandemia.
El escenario de “consenso” de la recuperación. Las previsiones actuales del Banco de España y organismos europeos apuntan a una recuperación intensa en el tercer trimestre y cuarto trimestres de 2020, que se iría suavizando gradualmente en trimestres sucesivos. El nivel de PIB previos a la crisis no se recuperaría hasta 2023 previsiblemente.

Los mercados parecen empezar a temer otro escenario menos benigno. Una segunda oleada fuerte del virus en otoño que obligara a retomar fuertes restricciones podría provocar un retroceso del PIB en el 4º trimestre.

Si comparamos la evolución del PIB en ambos escenarios vemos que la diferencia sería un cierto retraso en la recuperación a corto plazo pero a medio plazo ambos escenario convergerían por lo que a fectos de su impacto en la bolsa no debería suponer un cambio radical

En general la actual corrección de las Bolsas puede verse como que los inversores están anticipando el escenario alternativo para la economía. En el caso del Ibex esto podría traducirse en ir a tantear de nuevo los mínimos de marzo. Un hundimiento total por debajo de esos niveles implicaría que los mercados ven un escenario mucho más negativo a medio-largo plazo, algo que ahora mismo no nos parece probable.

En los índices europeos sería razonable una corrección parcial a la subida desde marzo, pero no una vuelta a los mínimos.

Lo mismo en EEUU. Una corrección técnica tras las intensas subidas de los últimos meses es perfectamente razonable. Un nuevo desplome nos parece muy improbable dada la situación de fortaleza que muestra la economía americana.

Los mercados parecen anticipar un escenario que todavía no reflejan los indicadores con claridad. Un problema con los indicadores sobre la actividad económica real es que se publican con cierto retraso, inevitable por el propio proceso de recolección y elaboración de los datos. Así, por ejemplo, los últimos datos disponibles en la eurozona sobre producción industrial, ventas minoristas, ventas de viviendas y otros, corresponden al mes de julio. Por otra parte, la propia volatilidad de muchos indicadores hace que su análisis tenga que centrarse más bien en la tendencia de varios meses, y no tanto en el dato concreto del último mes. Todo ello hace que la situación de la economía que estamos analizando en los datos económicos no sea la del momento actual sino más bien la de “
los meses recientes, hace uno o dos meses al menos”. Los inversores, por tanto, tienen que interpretar esos datos pasados y sacar conclusiones sobre cómo pueden evolucionar en meses siguientes. Esto se traduce en que la Bolsa funciona como un mecanismo de prueba-error, que va anticipando escenarios que luego puede rectificar en la medida en que la evolución de la economía no siga el camino que había anticipado. En este sentido la actual corrección sería una señal de que en este momento los inversores ven cierto riesgo de deterioro en la recuperación, aunque los datos no lo reflejan con claridad. La actual corrección del Dax puede estar anticipando que la producción industrial caerá en el mes de octubre, pero ese dato no lo conoceremos hasta diciembre. La alternativa es que un día de estos la Bolsa se recupere y todo quede en una falsa alarma.

Los indicadores que nos dan una información más cercana de la evolución de la economía son los que se construyen a partir de encuestas como los PMI. Lo que vemos aquí es que la actividad manufacturera se mantiene fuerte en septiembre mientras que los servicios han frenado su recuperación en agosto y septiembre. No parecen argumentos suficientes para esperar el fin de la recuperación, pero es unos de los factores que explican algo del pesimismo actual.


La economía norteamericana se mantiene bastante fuerte a la luz de sus indicadores. Las peticiones de subsidios de desempleo se publican semanalmente por lo que nos dan una información casi en tiempo real del mercado laboral y de momento no se aprecia ningún deterioro más allá de la lógica suavización en el ritmo de recuperación del empleo.

El Leading Indicator (un compendio de 10 indicadores) muestra el clásico patrón de recuperación tras una recesión. No hay ejemplos históricos de que una recuperación se trunque pocos meses después de iniciarse. Sólo si pensamos que la pandemia va a obligar a un nuevo cierre de la economía …

Los valores “culpables” de la debilidad del Ibex. La composición del Ibex es probablemente la explicación fundamental de su debilidad relativa, y no tanto la eventual debilidad de la economía que, aunque real, tampoco es tan diferente a la de otros países comparables.
Valores que más (menos) han aportado a la caída del Ibex desde principios de año.

En la tabla anterior se recogen los dos extremos del comportamiento relativo de los valores del Ibex en lo que va de año, los de arriba los de mejor comportamiento y los de abajo los de peor. La columna %YTD recoge la variación de cada valor en lo que va de año, y las dos de la derecha su impacto en el Ibex en puntos y en porcentaje. Es decir, la columna de la derecha refleja la caída del Ibex imputable a cada uno de esos valores. Si sumamos los siete de abajo vemos que esas siete compañías son las responsables del 80% de la caída del Ibex este año.
Es decir, entre los valores con más peso en el Ibex abundan aquellos que en general están siendo los más castigados en esta crisis: bancos y compañías relacionadas con la aviación comercial. Por el contrario, no tenemos valores con fuerte peso en el Ibex de sectores que se han comportado relativamente bien durante la crisis: tecnológicas, consumo global, etc. Iberdrola y Cellnex serían las dos únicas excepciones, insuficientes para compensar la abundancia de grandes valores débiles.
El comportamiento de las clases de activos durante la pandemia. En general el comportamiento de los activos financieros desde 2008 ha sido bastante positivo, con rentabilidades por encima de sus medias históricas en la mayoría de ellos. La excepción habrían sido algunos mercados de renta variable como los europeos y emergentes que quedaron algo por debajo de sus medias históricas. Lo más sorprendente han sido las rentabilidades estelares de la renta fija gracias a la caída de los tipos de interés, que desgraciadamente no se repetirán en los próximos años.

En el caso de un inversor en bolsa española, está claro que tener una adecuada diversificación renta fija – renta variable nos habría aportado rentabilidad y estabilidad a la cartera.

La “volatilidad” de la Bolsa: desde 2009 la Bolsa europea ha tenido cuatro correcciones del orden del 20% (incluyendo dividendos)

Los bonos a largo plazo siempre eran el activo menos preferido en los últimos años, incluso frente a la liquidez. La realidad es que no han dejado de subir mientras la liquidez se ha mantenido con rentabilidades negativas desde 2014.
